Poemas de: Joel Fortunato Reyes. Page: 22

Joel Fortunato ReyesJoel Fortunato, nació en Cd. Cuauhtémoc, Chihuahua, México, en 1958 y es Médico Cirujano especialista en Psiquiatría por la UNAM, tiene tres Maestrías en Ciencias Educación, Sexualidad Humana y Educación Especial.

Autor del libro: «Poemas cercanos», Editorial Palibrio. Este libro recoge una colección de 150 poemas de la producción del autor. Poesías especialmente sugestivas que manifiestan profundos sentimientos y preocupaciones del alma y son una vía al interior del sentimiento y pensamiento del hombre contemporáneo donde los límites no se agotan y el lector se transforma en el principal actor y recreador de la obra escrita por el autor [...]
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pencil32.png Poesía compartida por el autor. Índice de poemas publicados en esta página. Poemas de Joel Fortunato Reyes Pérez.

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Obra poética de Joel Fortunato Reyes. Edición autorizada.

Oda la mano

Que nos damos en el adiós
como la tierra
necesaria
que ayuda
escribiendo
sobre la espalda
sonora, sudorosa, suave, cálida,
firme, amistosa, comprensiva,
deber de amigos
del corazón y el alma
vestida compartida
acompáñame
lejos, del camino, en el viento,
lejos, de los anillos, de traiciones,
de los colmillos, afilados
amarillos alegres, enrojecidos,
vamos... ¡ Mano franca, mano amiga !.

Contigo
de casa en casa
por
el mismo consuelo
el mismo deseo
la misma esperanza
del camino desconocido
inclinado, juvenil, jovial,
ante el fracaso
derrotado
que se estremece
por la amistad
en los labios
de los dedos
dulces recuerdos
con tu voz
de apoyo que acaricia
el suspiro que anhela
la lágrima que rueda
redonda surgiendo
de las mangas
del abrigo de musgo
que da cobijo a tiempo
que saluda, que sostiene...

Con los dedos
en el manual
que empuña
artera
la traición del ojo
a las pestañas, al párpado,
de la piel ajena
que traspasa
los secretos
rabiosos, uñas, dedos,
anillos y pulseras
entre los grilletes crispados
en el aire
del lápiz, pluma, ave, mar
perseguido del destino desierto
enamorado
de la harina
el hacha hecha
de hierro y arado, fruto y daño
del rebaño en las pulseras
que muerden
al pulso
del aplauso
que impulsan
a veces, solo al abismo
diario, temblorosas,
saludando, quebradizas
solo esperando, el golpe
en la vida y en la muerte
una cuchara
de hambre
un cuchillo
temeroso
Sin mesa
Sin plato
Sin vaso... ¡ Sólo uñas que desgarran !.

No con la puerta
cerrada
del brazo del pecho del vientre
En el bolsillo
en las piernas
en la frente
Una vez
bienvenida, muchas veces malhabidas
por las nubes del camino bajo el piso
del destino sin remedio, de la mano del polvo.

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Oda al olvido

Ya
No recuerdo...¿ Dónde estás ?
No recuerdo
cuando
nací
fuera del tiempo
del polvo donde estabas
del pantano
que corta
corriendo
los años
en la piel
arrugada, de los libros
no leídos, entre las arenas
del desierto de la niebla
sal y abeja
mar y miel
lejanos, añejos, vinagres
luchando sin bandera
fuiste
vestido de pasado
seco, desangrado, borrado,
alegre al frente, de espaldas...

Te escondiste
en el blanco pelo en blanco
como pétalo, perdido, seco,
temible en la frescura
del reloj
de arena que rebrota, fuego,
de la ceniza, en fragmentos,
de obscuridad teñida
en el molino cruel
de la historia indefensa
sepultando
lo más exquisito
del dolor
recién lavado
en la noche
que sacude las estrellas
de corbata y aplausos
con monedas y billetes
y nebulosas y balas...

Te vuelvo a encontrar
perdido
en las esquinas
de rodillas
lágrimas rodando
en la sangre de nubes
que pesan, espesas,
pesadas, que no pasan
ni se secan
solo
esperan
la escritura de la verdad
del sueño imposible
en el aire inmóvil
de las campanas que callan
de los lutos decorados
sumergidos en las islas
de las lápidas del fracaso...

Olvido olvidarte
cuando
no quiero
aceptar el fruto
del futuro en el pasado
de herradura y cicatriz
de telarañas repetidas, perennes
en el polvo, las cenizas, el viento
en los latidos salvajes
de la espina
solitaria
extraviada
dulce y débil, dolor negado
en la punta de cada retina
de tanta ventana rota...

Dime, olvido, acaso,
me he olvidado a mí mismo, recordándote,
¡ Qué sería del silencio !... Sin escucharlo
Encadenado
a las cosas
Sin esperanza
Del regreso
Del tiempo azul
En el cielo invisible, incierto, borrado,
En la gris memoria que lo alimenta yerta...

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Oda al placer

De la comida
en la cama
desnuda
moviéndose
el apetito
insaciable al meterse
en la sombra
no sé quién soy
al cerrar los ojos
al verte montada
una cosa te pido :
no te vayas
dame
el fruto de la tarde
del manzano
satisfecho
a cualquier hora
solo
transparente
el fuego ayuda
donde
tú eres puro
manantial encendiéndose
sin quemar la lluvia
en los labios de la miel
satisfecha la mirada vuela
en los
párpados de abeja
algodón humedecido
del deseo satisfecho
cuando en el lecho
se desata
tibio
escandalosa la piel
radiante
estremeciendo al decoro
del vientre lleno
compartiendo
encaramados
al amor desesperado
en la cintura de la hoguera
la carne pide más
al pájaro que al nido
al ruido que al canto
al hambre que al apetito...

¡ Oh, placer turquesa !
silencio en las piernas
intacta mariposa
eres en la vida
la muerte
sin ti
erizado el regocijo
entreabre
al aliento al polvo
lácteo el momento
reunidos
los latidos al destino
suaves, firmes, huertos
del durazno disfrutando
la manzana preparada
con el tiempo verde
maduro, dócil, reservado
sobre la mesa
del apetito completo
satisfechos los sueños
de gloria sublime de noble
memoria brillante
eres
la joya
que quiero
al decir sí
toda
hasta el fondo
del racimo las semillas
de la piel humedecida
palpitando respirando
inquietas las nubes bajan
al aliento sutilmente
por el agua de la boca
satisfecho
por ti
a tiempo
simultáneos compartiendo
eres
luz de seda
vestidos sin palabras
los deseos al cumplirse
eres
la esperanza que se espera
que se alcanza inolvidable
leal, honesto, íntegro, auténtico
ecuánime, armónico, sincero...
¡ Subiendo a los cielos la carne de la tierra !.

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Apalabrado lector

Estas letras serán solo
lo que deban ser
en el lector que sea
es él quien les da vida.

Más allá del espejo
del que reflejo son.
Del espejo solo
más allá del reflejo.

Nacen y mueren
mueren y nacen
en cada letra
en cada palabra.

Y no pueden ser
ni más ni menos
qué lo que dicen
y aún más de ello.

No tienen ningún valor
si no hay quien se los dé
Valor sin valor solo
sólo el valor que no tienen.

Serán solo palabras solas
solo soledad en el infinito
en el infinito que no tienen
¡Tan finitas son, solo finitas!.

¡Oh, arte de la palabra!
¿Qué eres?
¿Cuándo, cómo y dónde?
¡Sin el artista!

Creación sin creador
¿Qué es eso?
El arte con el artista
en él nace y muere.

Si no es así
¿Quién lo afirma?
¿Quién lo niega?
¿Quién lo sabe?.

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Adustible carmesí

En el humo pesado que simpre es medido
no estoy, sin embargo, tan ligero pasando
al correr las lenguas sin cabeza
sin explicar al puente el río...

Con lo nuevo lo viejo parece inservible
¡Si lo sabrá el mar!
¡Si lo sabrá el desierto!
En la naríz el perfume no perdura
ni en las retinas ningún color...

Solo la humanidad hace decrépita
la tierra, el cielo, con tanto fuego
enfriando más que al hielo toda...
Prudencia, templanza, bondad, compasión,
honradez, franqueza, humildad, valor,
respeto, lealtad, caridad.. ¡Oh, etcétera largo!.

¡Oh, como ha perdido árboles
esa hoja en sus otoños!.

Y los verdes en amarillos
amarillan ya verdosos.

Muriendo en su memoria el olvido.
La gratitud no siempre es el fruto.
Cuando la fruta no se disfruta
ni en la libertad esclava
donde las maravillas brillan
en el clavel dulce miel
así como en la guayaba y el mamey...

¡Qué mal enemigo es el tiempo!
Cuando se tira sin estirarlo
aunque fueren años los segundos
como los primeros brotes
los movimientos esmeraldas
el viento en las ramas
el agua en el bosque
en el surco el grano
en el corazón las manos...

Porque si bien quisiéreis bien
no hagais al mal más bien
ni en el mal solo el mal
¡Sólo limítate a ser!

¡Sólo limítate a ser!
¡Sólo humano!... ¡Tan sólo humano!.
Con el corazón en la cabeza
y en el espíritu el alma.
Con
el aliento
en su lugar.

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Mármol dúctil

Bebí del nublado, del recuerdo, del olvidado…
Esos años como segundos primos.
Al deber ameno con gente grave
entre pilares más estériles que nunca
años turbios como cataratas lentos
como pesadísimos dados masticados
con el hábito sueño encrespado.

He muerto demasiado al sol silencio
que por fuerza se adelgaza
perdiéndose ciego por la luz sonora.

No será, pues, partida tablas
en tablero no jugado
ni jugo sin fruto el yugo
de la noche menos noche al estrellarse
que nada quiero morir borrándome
y al nacer pedir permiso
sin acostumbrarme.

Al mar frío dejarían los hielos
al fuego hirviendo sin hacer
nada que parezca yerto
tal vez el viento destruya
y construya de amargura dulzura
con sal atrás de la entrada.

Aunque ligeras, las espadas de la lluvia
atormentan los algodones desiertos
con el destino serpenteando recóndito.

Y el ojo mirándose fuerte
Y la piel frotándose suave
Y el pelo riéndose leve
Y la mano dándose alegre.

Arranca encarnizada los flancos
donde torvos lagos hieren…

Y se van las palabras sin voz
Y se quedan los gritos anclados
Y se van los barcos sin mares
Y se quedan los huecos inflados.

Veo una música de color perfumado
dónde jamás vivieron panes sin penas
ni pana el piso conoce
con la muerte a cada paso
del polvo huésped alimentado
hasta que viento y nada
nutran la plácida memoria.

→ Joel Fortunato Reyes Pérez

Poesía de Joel Fortunato Reyes Pérez, Page: 22

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